El círculo en Godly Play / 3

 

JEROME W. BERRYMAN

 

Presentando la lección en el círculo

 

Las presentaciones que se hacen en el currículo en espiral de Godly Play se pueden encontrar en los ocho volúmenes de la serie de manuales The Complete Guide to Godly Play†. Describen una integración de acciones, palabras y materiales didácticos para cada lección. Una presentación en el círculo empieza con ir a buscar el objeto de enseñanza de la estantería y termina poniéndolo de vuelta en su lugar. La parte de “presentar la lección” que será remarcada aquí será la de cómo se gestiona el círculo durante la presentación.

 

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“Presentar” algo es ofrecerlo para interpretación. La interpretación hecha por los niños empieza a tener lugar durante el tiempo de reflexionar en comunidad. Las historias sagradas, parábolas, acciones litúrgicas y el silencio contemplativo se presentan como herramientas para sacarle el significado más que como un significado que ya ha sido establecido. Las implicaciones de presentar lecciones se pueden clarificar comparando Godly Play al más ampliamente usado “modelo de transferencia” de la educación.

El modelo de transferencia de la educación se enfoca en conceptos fluyendo del profesor al estudiante. Un “concepto” se entiende generalmente como cualquier cosa concebida con la mente, como por ejemplo una idea. Una definición más refinada de un “concepto” es la de abstracción, una generalización de instancias particulares. La diferencia fundamental entre Godly Play y un modelo de transferencia es quién hace la generalización de la experiencia. La presentación de Godly Play invita a los niños a que le saquen significado a partir de la interacción entre su experiencia en la vida y la historia sagrada, la parábola, la acción litúrgica o el silencio contemplativo que forme parte de la presentación.

El modelo de transferencia comunica conceptos acabados de los profesores a los niños. Esto es muy apropiado para muchos tipos de aprendizaje como hechos matemáticos, geografía y las habilidades necesarias para la experimentación científica. Además, el modelo de transferencia es importante donde no se da la libertad de hacer descubrimientos por cuenta propia. A veces es necesario apresurar y hostigar a los niños en algunas partes de su educación por una buena razón. En este modelo los expertos adultos deciden cuándo, cómo y qué debe ser enseñado – y los profesores son el sistema de entrega. Los niños no tienen idea de cómo los conceptos que están aprendiendo fueron generados.

En contraste, Godly Play invita a los niños a hacer el viaje de descubrimiento de su significado teológico personal, más que memorizar conceptos que otros han descubierto en su propio punto de llegada. La importancia de esta participación en el descubrimiento es que, para la educación religiosa, el arte de cómo sacar significado existencial con el lenguaje cristiano es lo que se debe aprender – no tan sólo lo que ese significado representa. ¿Por qué? El significado debe ser tan personal como los límites de nuestro propio saber y existir para que así pueda ser verdaderamente relevante.

El objetivo del modelo de transferencia es que los niños sean capaces de repetir lo que el adulto ha dicho o hacer lo que se les ha enseñado. Godly Play también se preocupa de que los niños aprendan una habilidad. Pero esta habilidad –la obtención de significado con el sistema de lenguaje cristiano– no es cómo aprender principios matemáticos, hacer experimentos científicos o usar un ordenador. Sacar significado teológico integra a la persona en su totalidad: cuerpo, mente y espíritu. El profesor del modelo de transferencia se da por satisfecho cuando el contenido del plan de estudios es recordado y usado apropiadamente. El narrador de Godly Play se goza cuando los niños pueden generar significado existencial para sus vidas usando los diferentes tipos de lenguaje cristiano. El estudiante del modelo de transferencia se satisface cuando el profesor premia su actuación. Los niños de Godly Play se satisfacen cuando descubren significado existencial. Los niños recuerdan las lecciones del currículo porque las lecciones les han capacitado para hacerlo.

Dios no toma parte en el modelo de transferencia. Trata de profesores y alumnos. En Godly Play, Dios siempre está invitado a venir y jugar. Este “juego” es complejo. Es jugar con la creación de Dios, con las Escrituras y la adoración de la iglesia y con el “yo” profundo. En términos clásicos la Santísima Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo– recibe la invitación de venir y jugar. Es por esto que invitar a Dios a que venga y juegue envuelve a Dios de estas tres maneras y la razón por la que es necesario integrar el cuerpo, mente y espíritu.

 

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Para algunas personas este método de descubrimiento parece fuera de control. ¿Cómo puede uno estar seguro de que los niños aprenderán lo que “se supone” que deben pensar y sentir acerca del Cristianismo? ¿No deberían decírselo los adultos en términos muy claros? ¿No es acaso la mejor manera de garantizar la ortodoxia ver si los niños han memorizado doctrinas clave y versículos? Memorizar doctrinas clave y versículos es importante y nos otorga recursos espirituales que podemos usar a lo largo de nuestras vidas. Las cosas que memoricé cuando era niño han sido a menudo de ayuda para mí como adulto. ¿Puede el modelo de descubrimiento garantizar eso? ¿No están los niños en peligro de “descubrir” los conceptos más extravagantes y a veces destructivos cuando usan este método? ¿Acaso no necesitan saber los conceptos ortodoxos que han permanecido durante siglos? La respuesta es “Sí”. El modo en el que uno entra en esa ortodoxia, sin embargo, es lo que hace la diferencia.

¿Pone Godly Play demasiada confianza en la presencia de Dios en el proceso y en el poder del sistema de lenguaje cristiano para atraer y ser coherente para con los niños? ¿No es eso mejor que poner la confianza en la voluntad y memoria para creer? En Godly Play la doctrina se confirma porque los niños descubren que es cierta durante el juego. Esta es la razón por la cual el objetivo de Godly Play es a veces denominado “ortodoxia lúdica”. La ortodoxia lúdica anima a los niños a ser a la vez profundamente arraigados al sistema clásico como también abiertos a personas nuevas, ideas nuevas, situaciones nuevas, y maneras nuevas de pensar sin ser desarraigados. Como G.K. Chesterton escribió en su libro Ortodoxia: “La cuestión entera radica en … ser a la misma vez lo bastante humilde como para reflexionar, y lo bastante arrogante como para desafiar.” Continuó diciendo que las personas necesitan tener “la fe suficiente (en sí mismas) para tener aventuras y las dudas suficientes (de sí mismas) para disfrutarlas.” ¹

Una de las maneras en las que se invita a Dios a venir y jugar con la comunidad de niños es indirecta. Las historias, parábolas, acciones litúrgicas y silencio contemplativo “salen” del narrador. El narrador es tan fluido en el lenguaje que no se desvía energía a la mecánica de presentarlo. Esto permite al narrador abrirse a la presencia de Dios en la lección. Ya que el narrador está abierto a Dios hay una sensación en la sala de que esto es correcto. El narrador también mantiene presente el contacto existencial siendo consciente de los límites del existir y el saber de los humanos. Gran parte de la energía de la lección se comunica de esta forma no verbal.

Los materiales de enseñanza usados para presentar la lección evocan al núcleo del asunto. La narrativa, parábola o acto litúrgico son expansiones de una metáfora raíz. El “niño en su conjunto” siente estas expansiones según conectan con el elemento de enseñanza en mitad del círculo. Esta aproximación multisensorial ayuda a los niños y a los adultos a obtener acceso a la lección sea cual sea su etapa de desarrollo cognitivo. La lección está diseñada para ser esencial sin ser simplista o trivializada.

Según se presenta la lección los niños están implicados con el artefacto y con el lenguaje en este método abierto y sin etapas. Las etapas de desarrollo cognitivo no se hacen evidentes hasta que llega el tiempo de reflexión. El narrador no tiene que adivinar cómo responder, ya que los niños toman el lugar según su propia etapa natural. Mientras que las diferentes formas de pensar se hacen evidentes en el tiempo de reflexión, es el núcleo de la cuestión el que basa el significado. El núcleo de la cuestión se refiere a los límites existenciales, como la muerte, la que todos compartimos – sin embargo la expresamos en diferentes maneras desde la niñez hasta la adultez.

Cuando los niños mueven las “piezas” de la historia sagrada, la parábola o la acción litúrgica, están sacando su propio significado en la presencia de Dios y en la comunidad de niños. El narrador no les dice cómo deben pensar y sentir acerca de la lección porque esto les impediría tener la oportunidad de tener sus propios sentimientos y sacar su propio significado. Es sabio evitar poner a los niños en posición de tener que escoger entre lo que ellos piensan y sienten acerca de una lección y lo que el profesor les dice que piensen y sientan sobre ella. Eso pone a los niños en una encrucijada. O bien abandonan su propia respuesta genuina o se arriesgan insatisfaciendo al adulto que está proponiendo una manera particular de pensar y sentir sobre la lección.

Los niños que se encuentran en una encrucijada en la que estarán “mal si hacen esto, mal si hacen lo otro” se cierran y evitan sacar significado en situaciones semejantes en el futuro. Esto significa que un educador puede estar enseñando a los niños a evitar implicarse en el lenguaje de los cristianos tan sólo con su método de enseñanza. Dándole la vuelta a la frase de San Pablo, podemos decir que a veces es bueno dejar atrás «las cosas de adulto» y escoger volvernos niños y experimentar una segunda inocencia –es decir, jugar realmente con significado– porque ello puede llevarnos a entrar en el Reino.


 

†Los primeros cuatro volúmenes de esta serie han sido publicados en español con el título: La guía completa para Jugar Junto a Dios, Morehouse Education Resources (Denver): 2002.

 


 

NOTA BIBLIOGRÁFICA

 
1 Chesterton, Gilbert K., Orthodoxy (Garden City, New York: Image Books, 1959), 113.

 


 

Tomado y adaptado del capítulo 3 del libro Teaching Godly Play. How to Mentor the Spiritual Development of Children  (Enseñando Godly Play. Cómo guiar el desarrollo espiritual del niño); Denver: Morehouse Education Resources (2009)

Traducción: Helcai Fibla

Revisión y adaptación: David Pritchard