JEROME W. BERRYMAN
Construyendo el círculo
Vamos a considerar la manera de construir el círculo de niños.
Los niños entran en la sala uno a uno y se dirigen hacia el círculo. A veces se marca este «círculo» en el suelo con cinta de modo que los niños pueden ver fácilmente dónde sentarse. La cinta, sin embargo, a menudo es un obstáculo porque el tamaño del círculo se ajusta sólo a los niños que asisten habitualmente a la escuela dominical o a la clase de catequesis. Desde luego que los niños pueden acercarse o separarse del círculo de cinta, pero probablemente es mejor observar si los niños son capaces de ver un círculo invisible en el suelo y olvidar el círculo artificial hecho con cinta. El objetivo es ayudar a los niños a sentir el poder del círculo que crean y no tanto la mecánica de hacer un círculo. (Además, cuando la cinta está pegada a una alfombra los niños tienen la tentación de despegarla, lo que es una distracción.)
Los niños pasan por la puerta, son recibidos por la persona que hace de portero y van hacia el círculo donde el narrador les da la bienvenida de nuevo. “Buenos días. Aquí hay un buen sitio para ti.” Toca con tu mano al suelo si el lugar está cerca de ti o señala al lugar apropiado si no lo está. La mayoría de veces los niños se sentarán y punto. Otras veces escucharás a los niños decir cosas como: “Pero yo quiero sentarme con Dani.”
El diálogo para encontrar el mejor lugar para sentarse puede resultar bastante divertido. Es algo parecido a lo que sigue:
–Si te sientas aquí será más fácil prepararte.
–Quiero sentarme con Dani.
–Puedes sentarte aquí o puedes sentarte cerca de la puerta. Si te sientas cerca de la puerta también podrás ver y escucharlo todo, ¿sabes? Lo mejor de sentarte aquí es que te será más fácil estar preparado. Puedes sentarte aquí en el círculo.
Señalas de nuevo al lugar en el círculo.
La flexibilidad es útil, pero también lo es dar a los niños a elegir entre dos alternativas constructivas. Godly Play no es un método que permite a los niños hacer lo que les plazca. Esa actitud no es de ayuda porque los niños necesitan límites para sentirse seguros y el proceso creativo no funciona bien cuando la gente no tiene seguridad. Esta es la razón por la cual los mentores necesitan establecer límites temprana y claramente, mientras que a la misma vez les dan alternativas beneficiosas para elegir. Esto fortalece la autodirección de los niños. Tanto la creatividad personal como la autodirección son necesarias para hacer que el lenguaje que los niños están aprendiendo funcione correctamente.
Vale la pena tomarse su tiempo para construir el círculo cuidadosamente poniendo a los niños en el lugar óptimo. Esto es para que no tengas a niños juntos que vayan a interrumpir a la comunidad. No es justo para los niños colocarse en combinaciones que estimularán las interrupciones y perjudicarán la lección de aquellos que están preparados para escuchar. Tan solo se requieren unas pocas semanas para saber qué niños cooperan bien juntos y cuáles no. El objetivo es ayudar a todos los niños a compenetrarse bien entre sí en el círculo para crear una comunidad donde cada persona es responsable de su propio buen comportamiento, permitiendo así que los demás se introduzcan en la lección con la concentración profunda que es uno de los distintivos del juego.
A la misma vez que estás poniendo el círculo en la mejor colocación de niños, también estás pasando tiempo con ellos, charlando por ejemplo sobre la escuela. “¿Qué tal vuestros nuevos profesores?” “¿Habéis hecho nuevos amigos?” “¿Cómo están vuestras mascotas en casa?” “¿Dónde fuisteis de vacaciones?” “¿Qué fue divertido de la semana pasada?” “¿Qué no lo fue?” “¿Qué tenéis ganas de hacer la semana que viene?” “¿Qué veis cuando mirais esta sala?” “¿Qué parte de la sala os gusta más?” “¿Hay algo aquí que os pica la curiosidad?” Hay muchas cosas de las que hablar.
El narrador termina de completar el círculo después de charlar brevemente con el grupo. Cuando es hora de comenzar la lección, dice algunas palabras como las siguientes: “Es hora de empezar la lección. Todos necesitamos estar preparados. Cruzad vuestras piernas. Poned vuestras manos aquí (en los tobillos). Bien. Es fantástico. Lo hacéis muy bien. Empecemos.”
Sentarse con las piernas cruzadas no es bueno para periodos largos, así que permite que se muevan un poco. Esta es, no obstante, la postura a la que volveremos cuando necesitemos restablecer la concentración y prepararnos una vez más después de que una ola de inquietud haya recorrido el círculo. La intranquilidad es contagiosa pero también lo es el estar preparado cuando se maneja bien. Puedes pensar que los niños vuelvan a la “posición de prepararse” como un “reinicio” del círculo.
Estableciendo el círculo para el éxito
Recuerda que si pones a tu lado a un niño que tiene problemas para estar preparado, se te hace más difícil verle. Es cierto que puedes ayudar a un niño a tu lado con un toque o hablar bajo para favorecer una mejor participación en la lección, pero el problema con esta estrategia es que el niño que está a tu lado, fuera de tu campo de visión, puede estar presentando una lección alternativa que no es tan constructiva como la que tú estás dando.
Es bueno estar preparado de antemano para esto, porque uno normalmente no percibe esta lección alternativa hasta que se da cuenta de que los niños están prestando más atención a ella que a la lección principal. Es importante, aun así, reconocer que este tipo de “interrupción” puede indicar talento. Los niños que hacen esto pueden ser líderes naturales y creativos, de modo que es importante encontrar métodos para canalizar estos dones en un comportamiento constructivo. Esta es otra razón por la cual te interesa tomarte tu tiempo para construir el círculo de manera óptima. No quieres envolverte en una lucha de autoridad contra estos niños importantes e interesantes cada domingo. Estas distracciones no son justas para el resto de niños y las luchas de autoridad provocan pesadez a los profesores ya que hay un sentido como que si el educador gana todos pierden porque la comunidad se rompe.
Tomado y adaptado del capítulo 3 del libro Teaching Godly Play. How to Mentor the Spiritual Development of Children (Enseñando Godly Play. Cómo guiar el desarrollo espiritual del niño); Denver: Morehouse Education Resources (2009)
Traducción: Helcai Fibla
Revisión y adaptación: David Pritchard