Dentro del programa general del VII Congreso Evangélico, que tuvo lugar del 6 al 9 de diciembre en el Palau de Congressos de Barcelona, pude llevar un seminario titulado ‘Discipulado de niños’. Asistieron unas 18 personas de diferentes zonas de España: Barcelona, Navarra, País Vasco, Sevilla, Zaragoza, etc.

El seminario, de aproximadamente una hora de duración, se centró en el tema de la lección tácita que ofrecemos consciente o inconscientemente a los niños. A continuación hago un resumen de la introducción del seminario.

«Los niños representan uno de los grandes desafíos para un congreso que tiene como lema Proclamando esperanza en Cristo, ya que éstos son nuestro futuro, tanto de la iglesia como de la humanidad en general. También forman parte de la iglesia y del mundo de hoy, de modo que no deben ser invisibles a nuestros ojos. Si nuestra esperanza es que estos pequeños crezcan y tengan influencia en la sociedad del mañana, el discipulado de niños ha de ir más lejos de la mera transmisión de tradiciones religiosas. Nuestros pequeños deben aprender a reflexionar de manera creativa, usando los dos ‘lenguajes’ principales del mundo infantil: el relato de historias (lenguaje verbal) y el juego (lenguaje no verbal).

Cuando pensamos en la enseñanza, muchas veces enfocamos de inmediato lo que se dice y los contenidos verbales de la lección. Sin embargo, la enseñanza tiene que ver con mucho más que las palabras en sí, y para los niños pequeños en particular los aspectos no verbales son probablemente incluso de mayor importancia. El concepto de discipulado, sobre todo el desarrollado por Jesús de Nazaret, va más allá de la enseñanza verbal; implica también el dejar ejemplo y modelar un estilo de vida y conducta. En el trabajo con niños, la lección tácita o implícita es la clave del éxito. ‘Tácito’ significa que no se entiende, percibe, oye o dice formalmente, sino que se supone e infiere. Se trata de lecciones no habladas, no explícitas. Lo importante es reconocer que los niños suelen ‘leer’ el contexto entero de una situación, más que fijarse sólo en las palabras pronunciadas.

¿Cuál es la lección implícita o tácita? Todo lo que hay en la sala (los materiales, la organización y el cuidado de los materiales y del espacio) y todo lo que sucede en ese espacio (cómo se administra el tiempo, cada interacción que tiene lugar entre los adultos y entre los adultos y los niños).

¿Cuál es la lección implícita que queremos enseñar a los niños? La siguiente lista no es en absoluto exhaustiva:
· Son bienvenidos, valorados y queridos;
· Son respetados, aceptados tal como son y capaces;
· Son el objeto principal de nuestro interés durante ese tiempo;
· Confiamos en ellos para que tomen buenas decisiones;
· Este espacio es un lugar seguro donde se puede reflexionar y buscar el sentido de las cosas;
· La comunidad es importante y se encuentra apoyada;
· Existen límites y expectativas en este lugar;
· Aquí se fomenta la imaginación y se habla un lenguaje distinto;
· Las relaciones se construyen de manera solícita e intencionada para fomentar el aprendizaje y el uso del lenguaje con el propósito de que los niños conozcan mejor a Dios;
· Amamos y valoramos las historias, ya que nos ayudan a dar sentido a la vida;
· Amamos a Dios;
· Dios está aquí en este lugar…»

Seguidamente se realizó una presentación de Godly Play: la historia del Exilio y el Retorno, un tiempo de reflexión en grupo, y brevemente una respuesta creativa e individual, usando los materiales de arte provistos. Después, hubo discusión sobre la manera en que el enfoque de Godly Play, y concretamente la experiencia de la historia presentada y las actividades posteriores, habría fomentado implícitamente los valores enunciados arriba.

El seminario terminó con la proyección de dos textos bíblicos: (a) Josué 4:19-24, por el cual se destacó el valor de los símbolos en la enseñanza, así como la capacidad implícita del niño de expresar curiosidad (un aspecto importante de su espiritualidad natural) y la manera de ‘explicar’ la lección a través del relato de historias; y (b) Marcos 10:13-16. Este último texto se desarrolló como un bibliodrama, los participantes tomando el papel del narrador, Jesús de Nazaret, los que llevaron los niños a Jesús, los niños y los discípulos. De esta manera, las palabras «Dejad que los niños vengan a mí…» se leyeron con la expresión apropiada de enojo en el rostro de Jesús. Los participantes pudieron percibir visualmente que dichas palabras fueron dirigidas a modo de reprensión a los discípulos de Jesús. Cuando se les hizo la pregunta acerca de qué dijo entonces Jesús a los niños, algunos expresaron sorpresa al percatarse de que no les dijo nada verbalmente. Sin embargo, la lección tácita del Maestro fue más que elocuente a través de sus gestos no verbales: les tomó en sus brazos y los bendijo poniendo las manos sobre ellos.

Después del seminario, algunos de los participantes expresaron su interés en conocer más a fondo el método de Godly Play a través de talleres de formación en sus propias ciudades.